Desde su nacimiento, un
bebé ya está condicionado o condicionada, nos empeñamos en cambiar “juicios
sociales” cuando determinados conceptos están tan arraigados en la sociedad que
resulta imposible, o al menos, inalcanzable.
Hablo del estado físico y psíquico de la madre embarazada. Por
supuesto, tomando como referencia “las
filosofías populares” de la sociedad. Si es niña, la piel de su mama estará más
maltratada (Porque la niña “roba” la
belleza, dando por sentado que las niñas deben ser guapas), pero eso sí, estará
más floja y con más sueño… Si es niño, su piel estará más iluminada, (el niño ya no
“roba” belleza) pero estará más activa (El niño es más inquieto, más nervioso).
Nos adentramos en el armario de la
indumentaria. Si no te gusta el
rosa y tienes una niña… ¡Te aguantas!, porque si es una niña todo es rosa y si
es un niño todo es azul. No me gusta faltar a la verdad, tengo que decir que hay un 10% de ropa de
color: blanca, amarilla y verde, éste,
sobre todo, en mantitas y sacos de carro. Es curioso, que desde pequeño,
ya se asigna un color, y por muchos que deseemos cambiarlo, es complicado
porque no hay ropa de otro tono.
Hace poco leí un estudio
que realizó una Sociedad de Discriminación Sexual, no recuerdo la procedencia, con bebes vestido de color… ¿Lo adivinan? Rosa
y azul. ¡Bingo!
Los bebés vestidos de
rosas le atribuían adjetivos del tipo: muy monas, muy guapas, muy graciosas
y muy alegres (Nadie percibió que algunas monas, eran monos pero vestidos de rosa). En cambio, los bebés vestidos de azul eran muy gorditos,
muy fuertes, muy hermosos, muy vivos, y muy despiertos, por supuesto, también
había niñas vestidas de azul.
Días después, el estudio
continuó, los mismos bebés lo cambiaron
de color de ropa, y los calificativos también
cambiaron, aquellos que eran gorditos, vivos y hermosos, se convirtieron en
guapas, graciosas y alegres… En fin, el
carácter de los bebes lo marca el color
de la ropa, visto lo cual.
Mención especial, merecen
las frases del tipo “Los niños no lloran”, “Las
niñas no deben ensuciarse”, o “Los niños no juegan con muñecas”… ¡Buuuaaaahhh!
, me repugna. Por suerte, cada día se oyen menos, mucho menos, pero es
cierto, que pocos padres o madres conozco que compren muñecas a sus hijos cuando la piden.
En este campo, influye todo, sus
compañeros de clase, sus amigos, sus hermanos, sus abuelos, sus titos, es un conjunto… Si desde pequeño juegan con
juguetes asignados al rol masculino, raro es que pidan muñecas, o al revés, si
juegan con muñecas, raro es que pidan otro tipo de juguete. Aunque seguro que hay
niños que le gusta jugar con muñecas y niñas que le gusta otra
cosa que no sea jugar a “las casitas”.
Enseñémosle otro mundo, ahora que se aproxima la Epifanía, un mundo
donde el color de la ropa y los juguetes no determine la personalidad, donde al
menos, puedan ser libres para decidir, que color o que juguete desean.