miércoles, 7 de agosto de 2013

Las "cagadas" de los hijos



(Ring ring ring ring)

-         - ¡Hola nena!

-         - Mamá, puedes venir a Copeta

-         - Hija, ¿Qué pasa?, ¿Estás bien?,  con voz entrecortado.

-         - Mamá, estoy bien, solo que necesito que te pases por Claire.

-        -  Me estás asustando, ¿Estás bien?

-         - Sí, mamá. Sabes, ¿Dónde está la tienda? Aquí te espero, no tardes, por favor...

-         - Salgo ya. Pero ¿Estás bien?



Pipipipipipipipipi……………………………………………………





Busca el bolso desesperada, se pone algo de ropa encima, y sale corriendo a todo lo que da, mil cosas se le pasan por la cabeza, y seguramente, ninguna es la razón por la cual la llama su hija. 


El camino a la tienda se le hace eterno, las piernas ya no pueden ir más rápido, teme caerse y no saber si podrá levantarse, el corazón se acelera por segundos, le cuesta respirar y suspira, tan fuerte, al descubrir que una chica que pasaba a su lado, se gira bruscamente para  mirarla. 


A lo lejos, divisa la tienda, una tienda de “cosas de chicas”: pendientes, bolsos, horquillas, colgantes, etc. Las piernas tiemblan como la gelatina, agarra el bolso con fuerza, que va colgado de su hombro derecho, y entra, sin saber qué sucede dentro. 


Nada más entrar, descubre a su hija con sus amigas y a cuatro policías al fondo de la tienda. Su hija con los ojos brillantes, sin lágrimas en su cara, pero con los ojos a punto de derramar lloros… Algo pasa por su cabeza, es una idea horrible, no puede ser cierta, su niña, su princesa, su ojito derecho, su bebé (que ya no lo es tanto). Los pasos de la puerta al fondo de la tienda, es un largo túnel donde no ve el final, al llegar, se acerca el policía y le dice:

-        -   ¿Es usted la madre de Atenea?

-         -  Sí, soy yo. ¿Qué sucede?

-         -  Nos han avisado las dependientas de la tienda que estas chicas han intentado robar pendientes. 


-          En ese preciso momento, nota una jarra de agua fría cayendo por su cabeza, como el agua se va deslizando  por su cuerpo, y va reaccionando poco a poco, nota vergüenza, pudor, ganas de gritar, golpear algo, y ¿Por qué no? De pegarle un guantazo enorme en la cara a su hija. Se aguanta por no montar (aún más si cabe)  el espectáculo. Con voz enfadada y de tierra trágame, (descubre que esta frase le gustaría que fuera literal y sucedería de verdad) dice:

-           - ¿Eso es verdad?

-        -   Lo siento, mama, lo siento de verdad, ha sido una estupidez, ha sido la mayor estupidez que he hecho en mi vida… Perdóname, por favor.

-          ¿Tú has visto eso alguna vez en casa?, No entiendo ¿Por qué lo has he  hecho?…¡¡ Tienes de todo en casa!!, estamos papa y yo, trabajando duro para que puedas permitirte caprichos… Y mira como nos lo pagas…

-        -   Lo siento, de verdad.





Después de la disputa madre e hija, la Policía interviene diciendo que en  este caso, no se considera un delito, solo una falta, el precio total del robo asciende a seis euros, se pondrá una multa, si las dependientas lo estiman oportuno… En ese preciso instante, la madre gira la cabeza, implorando el perdón con cada poro de su cuerpo:

-       -   Lo siento, no volverá a pasar, de eso me aseguraré yo que no vuelva a pasar.

-         - Eso esperamos nosotras también, de todas formas, es mejor que no regresen por la tienda.

-         - Muchas gracias, gracias por todo. 


-          Pide disculpa diez veces al menos a cada dependienta, y mira con ojos llenos de rabia, y sobre todo, de decepción. Esa sensación que esto no le puede estar pasando.

Se despide de los agentes, salen de la tienda, sin mirarse, sin apenas cruzarse palabra, sin mover ni un solo músculo en dirección a su niña, o a lo  que se  haya convertido en esa tarde. 


Llegan a casa, Atenea siente el silencio en su piel, la mudez de su madre es más dura que palabras de enfado. Nada más entrar, pide disculpa de nuevo, y a la madre, solo le sale decir:

-       -   Necesito tiempo para pensar, creo que no es buen momento para charlar, vete a tu cuarto. Piensa muy bien lo que has hecho, y respóndete, el por qué, cuántas veces lo has hecho, y si crees que es lo correcto.



Al ver alejarse a su hija por el pasillo de casa, a su princesa, arranca a llorar con una frase que le ronda la cabeza desde que salió de la tienda, que la aturde, que la ahoga, que no encuentra respuesta pero sabe seguro que existe… ¿En qué me he equivocado con ella? 


He intentado  darle la vida que yo no he tenido, no he querido que trabaje, que se dedique a sus estudios, que sea honrada y buena persona, he intentado inculcarle buenos valores… Y recibo a cambio, una torta tan grande que dejará una huella imborrable. 


Mientras tanto, la hija en la habitación llora desconsoladamente,  y si algo sabe seguro de todo eso, es que su madre siempre, siempre está al pie de cañón, nunca la abandona, ni en los malos momentos, y el miedo a que nada vuelva a ser igual entre ellas, hace que el corazón se encoja de dolor… Aprendí la lección, a base del dolor de mi madre… Lo siento mamá, aunque no la oye, se lo dice una y otra vez para ella misma, Lo siento mamá, Lo siento mamá…



Por todos los errores que cometemos los hijos, sin tener cabeza, sin pensar en ello, sin pararnos a analizar… Lo siento.

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