(Ring ring ring ring)
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¡Hola nena!
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Mamá, puedes venir a Copeta
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Hija, ¿Qué pasa?, ¿Estás bien?, con voz entrecortado.
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Mamá, estoy bien, solo que necesito que te pases
por Claire.
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Me estás asustando, ¿Estás bien?
- -
Sí, mamá. Sabes, ¿Dónde está la tienda? Aquí te
espero, no tardes, por favor...
- -
Salgo ya. Pero ¿Estás bien?
Pipipipipipipipipi……………………………………………………
Busca el bolso desesperada, se pone algo de ropa encima, y sale
corriendo a todo lo que da, mil cosas se le pasan por la cabeza, y seguramente,
ninguna es la razón por la cual la llama su hija.
El camino a la tienda se le hace eterno, las piernas ya no
pueden ir más rápido, teme caerse y no saber si podrá levantarse, el corazón se
acelera por segundos, le cuesta respirar y suspira, tan fuerte, al descubrir
que una chica que pasaba a su lado, se gira bruscamente para mirarla.
A lo lejos, divisa la tienda, una tienda de “cosas de chicas”:
pendientes, bolsos, horquillas, colgantes, etc. Las piernas tiemblan como la
gelatina, agarra el bolso con fuerza, que va colgado de su hombro derecho, y entra,
sin saber qué sucede dentro.
Nada más entrar, descubre a su hija con sus amigas y a
cuatro policías al fondo de la tienda. Su hija con los ojos brillantes, sin
lágrimas en su cara, pero con los ojos a punto de derramar lloros… Algo pasa
por su cabeza, es una idea horrible, no puede ser cierta, su niña, su princesa,
su ojito derecho, su bebé (que ya no lo es tanto). Los pasos de la puerta al
fondo de la tienda, es un largo túnel donde no ve el final, al llegar, se
acerca el policía y le dice:
- -
¿Es usted la madre de Atenea?
- -
Sí, soy yo. ¿Qué sucede?
- -
Nos han avisado las dependientas de la tienda
que estas chicas han intentado robar pendientes.
-
En ese preciso momento, nota una jarra de agua
fría cayendo por su cabeza, como el agua se va deslizando por su cuerpo, y va reaccionando poco a poco,
nota vergüenza, pudor, ganas de gritar, golpear algo, y ¿Por qué no? De pegarle
un guantazo enorme en la cara a su hija. Se aguanta por no montar (aún más si
cabe) el espectáculo. Con voz enfadada y
de tierra trágame, (descubre que esta frase le gustaría que fuera literal y
sucedería de verdad) dice:
-
- ¿Eso es
verdad?
- -
Lo siento, mama, lo siento de verdad, ha sido
una estupidez, ha sido la mayor estupidez que he hecho en mi vida… Perdóname,
por favor.
-
¿Tú has visto eso alguna vez en casa?, No
entiendo ¿Por qué lo has he hecho?…¡¡
Tienes de todo en casa!!, estamos papa y yo, trabajando duro para que puedas
permitirte caprichos… Y mira como nos lo pagas…
- -
Lo siento, de verdad.
Después de la disputa madre e hija, la Policía
interviene diciendo que en este caso, no
se considera un delito, solo una falta, el precio total del robo asciende a seis
euros, se pondrá una multa, si las dependientas lo estiman oportuno… En ese
preciso instante, la madre gira la cabeza, implorando el perdón con cada poro
de su cuerpo:
- -
Lo siento, no volverá a pasar, de eso me
aseguraré yo que no vuelva a pasar.
- -
Eso esperamos nosotras también, de todas formas,
es mejor que no regresen por la tienda.
- -
Muchas gracias, gracias por todo.
-
Pide disculpa diez veces al menos a cada
dependienta, y mira con ojos llenos de rabia, y sobre todo, de decepción. Esa
sensación que esto no le puede estar pasando.
Se despide de los agentes, salen de la tienda, sin mirarse,
sin apenas cruzarse palabra, sin mover ni un solo músculo en dirección a su
niña, o a lo que se haya convertido en esa tarde.
Llegan a casa, Atenea siente el silencio en su piel, la
mudez de su madre es más dura que palabras de enfado. Nada más entrar, pide
disculpa de nuevo, y a la madre, solo le sale decir:
- -
Necesito tiempo para pensar, creo que no es buen
momento para charlar, vete a tu cuarto. Piensa muy bien lo que has hecho, y respóndete,
el por qué, cuántas veces lo has hecho, y si crees que es lo correcto.
Al ver alejarse a su hija por el pasillo de casa, a su
princesa, arranca a llorar con una frase que le ronda la cabeza desde que salió
de la tienda, que la aturde, que la ahoga, que no encuentra respuesta pero sabe
seguro que existe… ¿En qué me he equivocado con ella?
He intentado darle la vida que yo no he tenido, no he
querido que trabaje, que se dedique a sus estudios, que sea honrada y buena
persona, he intentado inculcarle buenos valores… Y recibo a cambio, una
torta tan grande que dejará una huella imborrable.
Mientras tanto, la hija en la habitación llora
desconsoladamente, y si algo sabe seguro
de todo eso, es que su madre siempre, siempre está al pie de cañón, nunca la
abandona, ni en los malos momentos, y el miedo a que nada vuelva a ser igual
entre ellas, hace que el corazón se encoja de dolor… Aprendí la lección, a base
del dolor de mi madre… Lo siento mamá, aunque no la oye, se lo dice una y otra
vez para ella misma, Lo siento mamá, Lo siento mamá…
Por todos los errores que cometemos los hijos, sin tener
cabeza, sin pensar en ello, sin pararnos a analizar… Lo siento.
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