lunes, 3 de febrero de 2014

Pasión sevillana

Estoy agotada, llevaba toda la semana de reuniones de un lado a otro… Con muchas ganas de finiquitar el Proyecto  Grundtvig. Era jueves, ya quedaba menos, mientras conducía dirección a Sevilla, escuchaba la radio, justo en ese momento,  una de mis canciones favoritas, últimamente, Rozalen “Comiendote a besos”, no me cansaba de escuchar esa canción y de cantarla a todo pulmón en el coche:

Que eres tu quien me revuelve, que eres tu quien me enamora, 

tu quien me convierte en la mejor persona 
Y si tengo que gritarte lo que siento: 
Te digo que te quiero con tu suerte, con tu mierda,
con pasado, con presente, con o sin enfermedad 

Aparcando en la Calle La Rábida, muy cerca del Paseo de las Delicias, casi en pleno centro, un auténtico caos pero ya estaba allí, eran cerca de las nueve y cuarto. La reunión comenzaba a las diez, tenía tiempo para desayunar: un cortado y un mollete con aceite. 


Cuando entre en el edificio, ya habían llegado algunos compañeros de la reunión, me acerqué para saludar, pensaba en lo metódico de este tipo de  reuniones: buenas caras, la mejor de las sonrisas, !Todos nos caemos genial!, o al menos disimulamos de lujo, debatir cada punto e intentar cada uno sacar la máxima tajada para su organismo. 


Saludos, besos y mas sonrisa falsa... Cuando nos dirigíamos a entrar en la sala, escuché mi nombre: Daniela. Me giré, era el Consejero de Cultura, quería presentarme al representante del Proyecto Grundtvig en Italia: Daniela - Antonio, Antonio- Daniela


Nuestras miradas se cruzaron durante un par de segundos, me ruboricé, por alguna extraña sensación, me puse nerviosa, me sentí pequeña e insignificante ante tan grande galán, era respetuoso, elegante, de estatura mediana - alta, con una chaqueta vaquera, con camisa  por fuera del pantalón vaquero y una zapatilla Converse de color roja... Me llamo la atención la forma de vestir, tan poco habitual en este tipo de evento. 


Una vez en la sala, miraba de reojo, no quería levantar sospecha, aunque notaba su mirada clavada en mi persona mientras debatíamos la fecha del intercambio del proyecto para los quince participantes...Transcurrida una hora y media, unos minutos de descanso, fui al servicio, y cuando me estaba mirando al espejo, la puerta del mismo se abrió, allí estaba plantado Antonio. Me quedé fría, no entendía muy bien que pasaba. 


Al instante, lo tenía a tan solo unos centímetros de mi cuerpo, me agarró por la cintura y me besó como si no existiera nada más, entretanto pensé ¿Qué hacía? pero mi cuerpo y mi alma no respondían, estaban inmersos en el beso... Mi cabeza gritaba !Aléjate!... Mis labios no se despegaban de los suyos. 


Me empujó hacia al aseo con suavidad, me quitó el jersey y sin apenas darme cuenta, el sujetador cayó rozando mi cintura, me sentó de un solo movimiento en la taza del w.c., mientras me bajaba los pantalones, creí que el reloj se había detenido, que el Universo me rendía un homenaje solo y exclusivamente para mi persona. 

Cuando volví en si, mi braguita estaba en el suelo (Me alegre muchísimo al recordar ese mañana, antes de vestirme,  las palabras de mi madre: "Cuando una va de viaje debe llevar ropa interior bonita, nunca se sabe que puede pasar") junto con su pantalón y su chaqueta vaquera. Su cuerpo no era musculoso pero era fibroso, su cabeza se enroscó entre mis piernas y su lengua se deslizó sobre mi sexo, jadee de placer, cuando su dedo índice se introdujo en mi boca... No sé con que intención, si de silenciarme o de que lamiera. 


Levantó su cabeza, escuchaba como susurraba mi nombre una y otra vez, y entre sus jadeos me decía: "Lo siento mucho, señorita, no he podido resistirme"... Me agarró por la cintura y percibí el frío del alicato en mi espalda, mis piernas abrazadas a su cintura, noté el sexo erecto y duro entrar en mi vagina, mientras oía  mi nombre, me besaba con tanta fuerza que sentí que iba a desmayar... 


Su miembro empujaba en mi interior que mi cabeza golpeó el alicatado pero no me importo, cuando abrí los ojos, vi un par de lágrimas que caían por sus mejillas. El placer invadió cada poro de mi piel, mi vientre se estremeció y mi corazón se relajó al igual que mi respiración... 

Solo escuché un "Gracias por hacerme sentir vivo".

Me dejó en el suelo, mis rodillas temblaban, recogió su ropa, se vistió a toda prisa, y me dijo con voz delicada: "Espera unos minutos y sal, señorita". Abrió la puerta pero antes me besó en la mejilla. 


Yo no entendía nada, ¿Cómo había sucedido?... Me vestí, me arregle el cabello... Llegué a la reunión, caminando muy lentamente, para que nadie notara que mis rodillas no aguantaban el peso de mi cuerpo... Me senté y seguimos debatiendo, no sé si alguien se percató de algo, pero en ese momento, me daba un poco igual.


Una hora más tarde, terminamos la reunión, eran cerca de las dos de la tarde, se acercó a despedirse, al darme dos besos, me susurró "Gracias, por hacerme sentir vivo" y con voz alta dijo: "Ha sido un auténtico placer, señorita Daniela". Sonreí y vi como se alejaba. 

Aun hoy guardo ese momento en mi cabeza, sin saber muy bien si fue real o un sueño maravilloso. 




Mi ovación  a todos y a todas 
que cada día hacen sentir vivo a alguien