lunes, 17 de marzo de 2014

Había una vez un circo...

Había una vez un circo que tenía una gran carpa de muchos colores: rojo, azul, amarillo, verde y morado… En su interior albergaba grandes animales, destacaban los leones, los cuales brincaban de un lado a otro, se deslizaban por el aro con fuego, subían por unas escaleras y su domador metía la cabeza dentro de ellos sin sufrir ningún daño, corrían sin parar y cuando el domador gritaba: !Quieto!, los leones parecían congelarse no movían ni un solo musculo, cuando el domador volvía a gritar: !Seguir! los leones empezaban a bailar al son de la música…

Dentro del circo, también, había unos elefantes, con unas orejas enormes y una trompa que escupía agua a todo el público, los elefantes a cambio de cacahuetes levantaban la pata, luego la otra,  se hacían los dormidos y se tiraban  unos a otros, una pelota roja. Los otros animales eran dromedarios, camellos, caballos y hasta monos que saltaban de un lado a otro sin ninguna red y comían plátanos sin parar.

 Dentro de la gran carpa colgaban los trapecistas que saltaban a una gran altura, y pasaban por encima de una cuerda muy fina, y a veces, lo hacían a la pata coja… Sin hablar de unas niñas que se ponían el pie en la cabeza, que se encerraban en una caja muy pequeña, y que hacían unos movimientos muuuuyyy difíciles, eran las contorsionistas...

Era un circo muy grande que tenía a su vez una gran familia formada por animales y personas que hacían juegos muy divertidos, pero el público nunca se reía.

Cuando terminaba la función, todos se preguntaban porque el público no se reía,  llevaban muchos años recorriendo kilómetros subidos en vagones tirados por una locomotora pero nunca habían oído una risa, estaban muy desanimados y muy pero que muy tristes.

Un  día llegaron a una ciudad muy bonita, se llamaba Ronda, tenía un puente con tres arcos por donde pasaban los coches y debajo había un río, comenzaron a montar la gran carpa y empezaron a bajar los elefantes, los leones, los camellos, los dromedarios, los caballos, los monos… Mientras terminaban de montar la gran carpa, una pareja se acercó al circo, deseaba trabajar en el, tenían unos nombres muy raros, Pipi y Popo. El dueño del circo les dijó que si conseguían arrancar una sonrisa al público se quedarían para siempre, ellos no se lo pensaron dos veces, y aceptaron el trato…

Después de actuar los leones, los trapecistas, los elefantes cada animal y persona que formaba la gran familia del circo, el cierre era la nueva pareja.

Cuando salieron al escenario iban vestidos de una forma muy rara, tenían unos pantalones muy grandes y de muchos colores como la carpa, además tenían unos sombreros encima de la cabeza, y unos zapatos enormes,  llevaban una chaqueta de muchos colores y con una flor en la solapa que escupía agua, y su nariz era roja como un tomate… Cuando el público lo vio se quedo con la boca abierta… Ellos comenzaron  a sacar cosas del baúl: ropa, aros,  una guitarra,  y una peluca.

Pipi puso sus gafas en el suelo para probarse la peluca, se levantó y se acercó al público para que lo viera, mientras Popo, sin darse cuenta,  piso sus gafas… Cuando Pipi escuchó “crack” se dio la vuelta, rápidamente,  y  empezó a reír a carcajadas, se hizo el silencio, pero un segundo después,  el público comenzó a reír sin parar                                 jajajajajajajajajajajajajajaja…

A partir de ese día, cada familia del circo  cuenta con payasos, son muy divertidos, muy graciosos y lo llenan todo de color y de  grandes sonrisa, tanto a los pequeños como a los adultos. Así fue como  el circo más grande del mundo, se convirtió en el circo más alegre porque el público reía sin parar, gracias a los payasos.


Colorín, colorado, quien se ría, en payaso se convertirá. 

jueves, 6 de marzo de 2014

¿Me gusta?

Me gusta  ver el cielo azul…
No me gusta cuando Helios no se sale.
Me gusta acordarme de los cumpleaños de los colegas…
No me gusta felicitar cuando me lo recuerda el facebook
Me gusta detenerme a escuchar el silencio…
No me gusta el silencio prolongado.
Me gusta salir a andar con mi gorda
No me gusta que la lluvia me sorprenda...
Me gusta una invitación para tomar un té…
No me gusta quedar como algo rutinario.
Me gusta dar la mano para saludar…
No me gusta poner la cara para un beso.
Me gusta comprar cosas dulces…
No me gustan los paquetes de golosinas.
Me gusta detenerme para hacer fotos…
No me gusta ser fotografiada.
Me gusta una sonrisa en un rostro…
No me gusta el sarcasmo.
Me gusta sorprender…
No me gustan los graciosillos.
Me gusta la inteligencia de algunas personas…
No me gusta la soberbia.
Me gusta la mesa camilla…
No me gusta pasar frío cuando me desnudo.
Me gusta devolver una llamada perdida…
No me gusta quedarme a un segundo de descolgar la llamada.
Me gusta el personaje del papel secundario de una pelí…
No me gusta la gente ombligo.
Me gusta un buen desayuno…
No me gusta comer mucho de noche.
Me gusta que Nuca me espere en el balcón…
No me gusta el olor a perro mojado.
Me gusta pensar en voz alta, suena mejor en mi cabeza…
No me gusta la gente que grita.
Me gusta la sencillez…
No me gusta dar vueltas para tratar un asunto.
Me gusta saborear despacio…
No me gusta el ansia en la mesa.
Me gustan algunos emoticonos del WhatsApp…
No me gusta cuando envió un mensaje y no me contestan.
Me gusta pintarme las uñas…No me gustan unas manos estropeadas.