Nuevo año, nuevos propósitos… Nos empeñamos una y otra vez
en hacer propósitos que al final no cumplimos o se quedan en un papel o
simplemente en la cabeza y no sólo hablo de cosas superficiales como dejar de
fumar, apuntarse al gimnasio y además ir, hacer deporte, viajar… Sino de lo que ruge
en nuestro interior, esa voz que está pero no escuchamos, esa que nos dice que
si queremos podemos reciclarnos.
Cuando me paré un momento antes de comenzar el reloj a dar
las campanadas, comprendí que absorbemos tan rápido la vida que minúsculos
detalles nos pasan desapercibidos… Nos pasamos más de la mitad anhelando lo que
no tenemos: un buen coche, una buena casa, un ordenador de última generación,
un yo que sé… Y no nos damos cuenta que
el verdadero disfrute es la búsqueda, cuando anhelamos un coche y lo
conseguimos, en ese instante eres feliz, si me apuras un día o dos más, pero al
tercero ya queremos otro.
Mientras buscamos, nos sucede algo tan especial y mágico que
pasa delante de nosotros sin que lo saboreemos: SOÑAR, nos ilusionamos pensando
en ese coche, en cómo será estar sentado en él, en conducirlo, en tener ese
aliento de ir guardando cada día un poco para poder adquirirlo, traducido en
esfuerzo, trabajo, dedicación, etc.
Para este 2013 pido soñar mucho, con la intención de que algunos se cumplan y otros vayan saliendo poco a poco del tintero, ya que
así, seguiré teniendo esa ilusión cada
día, ese brillo en los ojos que me hace inspirar lentamente cada momento.
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