Sentada en el autobús mirando el paisaje, aguantando ese olor
insoportable y esos gritos procedentes del fondo, pasan los minutos aproximándose
el destino.
Cuando el destino casi puede palparlo con la mano, el autobús
se detiene y el cuerpo de la mujer se desliza hacia delante y hacia atrás,
hasta volver a su posición normal… Es justo, en ese preciso momento, cuando se
oye decir que la chica debe esperar sentada hasta que todos los hombres bajen
del mismo. Ella está enfadada pero no puede permitirse el lujo que se note, por
que no tiene ningún derecho, está agobiada por que casi no tiene tiempo de nada
y debe esperar a que todos bajen, está molesta pero debe agachar la cabeza sin
mirar a ninguno a la cara y hacer de esa atrocidad algo cotidiano.
Cuando baja del autobús, nota una mano fuerte en su brazo, le
duele pero no quiere gritar, la empuja hacia el suelo, intenta aguantar el equilibrio como puede sin éxito,
cae al suelo… Y aquel paisaje que venía contemplando se convierte en una manta
que la cubre entera, empieza a gritar, no sabe qué hacer, está inmóvil…
Observa varios hombres a su alrededor, uno de ellos se
inclina mientras se baja los pantalones, intenta a toda costa levantarse pero
los demás la golpean y la dejan en el suelo sin fuerza, le levantan el vestido
y nota un dolor tan desgarrador que en ese preciso momento lo único que pide a
Dios es la muerte. Las lágrimas caen por
su mejilla, el dolor le invade todo su cuerpo, su corazón late cada vez más
lento, cuando cree que la pesadilla ha terminado, nota como un segundo hombre
se agacha hacia ella.
Los lamentos de ese
salvaje penetran en los oídos, el olor a sudor reseco se clava en su pituitaria,
lo que le produce náuseas y vomita en sí
misma, mientras nota una y otra vez un desgarro en su interior, un dolor
abdominal tan fuerte que durante minutos de su existencia pierde el
conocimiento.
Regresa a la realidad cuando ve la cara de
otro hombre encima de ella, ya no llora, no quedan lágrimas, lamenta una y otra
vez subirse al autobús, lamenta una y otra vez que no la golpeen más fuerte
hasta producirle la muerte pero no llega…
Pasan minutos, horas, el tiempo se desvanece en ese instante,
al incorporarse nota que le duele todo y cae al suelo sin volver a levantarse
jamás.
A raíz de oír el caso
de Amanat, la joven india que ha sido violada en un autobús, muchas
respiramos profundamente con un pensamiento: ¡qué suerte vivir en Europa!, pero esta barbaridad no sucede en países menos
desarrollados sino sucede a cualquier mujer independientemente del estatus
social, de la procedencia, de la profesión, de la edad…
Indagando un poco he obtenido
algunos datos que hace que los vellos de
la piel se ericen y que sientas un vacío en tu interior. Alrededor de 3000 violaciones en
España al año, y una violación cada 6.2
minutos en EEUU… Sin palabras.
Sólo me queda decir que ojalá ninguna más tenga que pasar por
ese infierno.