Sombras y luces…Fascinación y
desengaño… Idílico y falsedad… Así podríamos seguir un buen rato, hablamos de la
expectación tan asombrosa que ha tenido el libro:
“Las
cincuentas sombras de Grey”
Mi intención no es hacer una crítica a
la autora porque no tengo ni la formación literaria ni académica para tal
contenido, cuando hablo, lo hago como mujer lectora.
Podría decir que no me gusta la forma
de terminar el primero y el comienzo del segundo, cuando lees las críticas
comprendes que el primero y el segundo eran un único libro por cuestiones de
venta y marketing, decidieron transformarlo en una trilogía. Está tan de moda.
Al comentar el libro con otras
mujeres, muchas de ellas amigas íntimas (dando juego a plantear dudas sexuales
que se nos han ocurrido a raíz del dichoso libro), con distintos perfiles,
especialmente de edad, que marcaba un fuerte rasgo de balance con respeto al
libro, no es la misma opinión una mujer de cincuenta años leyendo el libro que
una de veinte años… Teniendo en cuenta el momento cultural
y social que han crecido, la forma de entender el sexo ha evolucionado con el
paso del tiempo, el periodo de postguerra no es igual que el siglo XXI.
Para gustos los colores, y eso ha
ocurrido con la trilogía de la Señora E.L. James. Donde creo que existe unanimidad entre todas las lectoras, da igual
la edad, es la inexistencia del Sr. Christian Grey, !No existe!, no hay un
hombre guapo, inteligente, de una clase social alta, elegante, con poder, amigo,
confidente, perspicaz, empresario, generoso, cariñoso, buen hijo, buen amante… y
sin ningún defecto aparente… que el defecto que se ve a simple vista es la
obsesión por el sexo y su forma de comportarse pero dicho sea de paso tampoco
se describen en el libro situaciones “raras o llamativas” con la Señorita
Steel… No es masoquismo, ni sadomasoquismo, ni lluvia dorada, ni switchs, en
definitiva, nada de BSDM… Mencionar
algunas como: unas cuerdas para atar, una fusta dando golpecitos inofensivos y
tremendamente placenteros, una habitación roja llena de cajones con cuerdas y
sogas, algún que otro cachete en el culo (este podría salirse de lo habitual,
sin embargo, en el sexo todo vale si ambos están de acuerdo), no se describe ningún instrumento que nos echemos las manos a
la cabeza porque no hayamos visto en una revista, tienda o película o probado
en carne propia.
Desde el punto social, Las Cincuentas Sombras de Grey ha sido
tema de conversación en cafés, tertulias, en quedadas, en noches de mujeres, en
paseos… Con exclamaciones y susurros de: “!!Ay, quién lo pillara!! o “ la tía
siempre tiene ganas, nunca le dice que no le apetece, ¡Leche!, a la Steel no le
duele la cabeza” o “Esa tía es Virgen y a la primera ya le pilla el rollo o
vaya no ha comido polla en su vida y al
día siguiente de levantarse ya es una succionadora nata” o “Venga ya, el tío es
un cabrón que le pone sus condiciones y
ella asiente a todo con un ay es qué es tan guapo, me pega
tortazos en el culo pero es tan guapo”…
Desde el punto negativo, comentaré que
muchas mujeres se han frustrado con sus relaciones puesto que no son tan
maravillosas y espectaculares como lo describe la autora: la diosa que llevo dentro late con fuerza, deseando salir y bailar al
exterior… mientras noto su pene en mí, exploto en mil sensaciones diferentes…
Chicas, recordar una cosa, es un relato, exclusivamente, una descripción,
escrita por una mujer que sabe a la perfección lo que le gusta a las mujeres,
sabe que nos movemos no solo por el sexo sino que también por los sentimientos,
por eso es que cada polvo termina enganchando con sentimientos del tipo,
durmamos juntos, quédate abrazado un instante, o mirémonos a los ojos como si
nadie más existiera… En este apartado, deciros que no toméis como referencia este libro porque no
es real.
Desde el punto de vista positivo,
diré que Grey ha servido para romper
barreras y saltar al mundo erótico con pies de plomo, ha servido para comprar
juguetes que hasta ahora habíamos visto pero ya nos “pica” la curiosidad, para aumentar el sexo entre pareja en periodo
de lectura ya que acrecienta el apetito sexual, para hablar más abiertamente de
temas tabú: (cada día menos), esposas, fusta, golpecitos inofensivos, para
llenar la caja de los sexshops en época de crisis, para descubrir nuevas cosas
o para reafirmarnos en lo que hacemos, para, en definitiva, que dejemos de
pensar que las mujeres no necesitan sexo ni les gusta el mismo.