Desde
el año 3000 a.C. que apareció la escritura, hecho que marcó el final de la
Prehistoria y el inicio de la Historia de la Humanidad, hasta nuestros días
hemos evolucionado de una forma impensable, sobre todo para las primeras
comunidades que por necesidad económica tuvieron que reflejar determinadas
palabras en símbolos, logográficas.
Recuerdo
a comerciales de enciclopedias que pegaban a la puerta de la casa para vender tomos, (Hoy en día es inútil para que queremos
un libro que ocupe tanto espacio si puedo encontrar la información en internet).
Las enciclopedias han llegado a su fin, dentro de doscientos años, serán
manuscritos en bibliotecas de pueblos o pequeñas ciudades, han pasado a la
historia, delante de nuestras narices, sin fijarnos muy bien en el cambio, y
sin darnos cuenta que estamos tan inmersos en la búsqueda de google, etc. que no
sabemos buscar, ni recordamos en muchos casos el abecedario para encontrar la
palabra raíz en el diccionario de papel. Ese diccionario que nos acompañaba en
cada clase y que se encontraba a la derecha de nuestro escritorio cuando estudiábamos
y que es sustituido por un buscador: más rapidez, más agilidad y menos
valoración, dicho sea de paso.
He
pasado de identificar águila en jeroglífico a interpretar estos pequeños logos: J ;-) L … los cuales dentro de
quinientos años se volverán locos para interpretarlos y tendrá que llegar un
Champollion con otra Roseta.
Si
hablamos del WahtsApp, ¡Éste sí que ha transformado la comunicación! El
receptor y el emisor han pasado a tener ojos, ya no hace falta describir lo que
ves, el receptor puede percibir mediante una foto o un video que está viendo el
emisor. El incoveniente es que todo se queda grabado, todo se queda reflejado y ya no
puedes decir: - ¡!Ahh!!! Esto no lo he
dicho yo. En cualquier momento, en cualquier lugar y ante cualquier situación emisor y receptor están comunicados, se
establece una relación de conexión hasta tal punto que llegan a surgir
reproches: “Ví a la última vez que te habías conectado y eso fue después de mi
mensaje”.
Cómo
ha cambiado la forma de comunicarse, ¿Eh? queremos correr tanto a la hora de escribir
que ponemos hora sin h, la k en vez de q, vamos que la paleografía en mis tiempos de
Universidad ha tenido que salir a la luz para descifrar algunos mensajes que
recibo. Nuestro lenguaje está cambiando, tanto que palabras tan comunes como
hablar, dudamos si es con b o con v, ¿Llegaremos algún día a escribir como
hablamos?
Llega
tan lejos el canal del WhatsApp que ha revolucionado nuestra conducta: vamos caminando
con el móvil en la mano para decirle a un amigo una chorrada que te ha pasado,
cómo estas aburrido y es gratis, ! Pues venga!, nos sentamos en la cafetería
con el móvil en la mesa e interrumpimos mil veces al que nos habla en persona
para contestar al WhatsApp, dejamos de apreciar pequeños detalles pendiente al símbolo
verde de nuestra pantalla, negociamos incluso por WhatsApp, entre otras muchas
cosas…
A
favor y en contra del nuevo canal, no paro de oír una y otra vez a mi padre decir:
- “Chiquilla estáis todo el día con el móvil, esto solo traerá problemas, en
los trabajos deberían prohibirlo porque no se está en lo que se está…” Y la
respuesta es no lo sé. Sólo sé que no quiero ser una adicta del mismo, no
quiero volverme de casa porque no lleve el teléfono, no quiero depender de un
aparato que me teclea él a mí y no al revés, ¿Creamos dependencia?, ¿Nos
volvemos de casa si nos damos cuenta que no llevamos el teléfono? ¿Miramos el
teléfono sin que suene por si acaso?... Supongo que cada cual se entiende en “su
teclado”
Sólo me cabe decir, hablamos por WhatsApp